El infierno de Tetsuya Ota
Actualizado el 08/12/2009 | Competición
Todos los pilotos que participan en competiciones automovilísticas se juegan la vida en cada carrera. Una muestra de esto la podéis encontrar en la historia de hoy, que cambió para siempre la vida del piloto japonés Tetsuya Ota, participante del campeonato JGTC de 1998.
En la vuelta 67 de la carrera en el circuito Fuji Speedway, disputada bajo una tremenda tromba de agua, el coche de seguridad sale a pista en la recta principal del trazado. Sin embargo entra a demasiada velocidad por lo que frena con fuerza, obligando a los pilotos a frenar de forma brusca. La escasa visibilidad y la gran cantidad de agua sobre el asfalto provocan que varios coches se salgan del trazado, entro ellos el Porsche 911 GT2 de Kaoru Hoshino. Pocos instante después, el Ferrari F355 de Tetsuya Ota tiene el mismo problema y el coche se desliza por la pista a consecuencia del aquaplaning, impactando brutalmente contra el Porsche.
Se desata el infierno. Ambos coches se ven envueltos en llamas, llevándose el Ferrari la peor parte. Hoshino sale de su Porsche arrastrándose ya que tiene una pierna rota, pero Ota sigue en el interior de la bola de fuego en la que se ha convertido el F355. Ante la pasividad de las asistencias del circuito, desbordadas por la magnitud del accidente, otro piloto llamado Shinichi Yamaji detiene su Mazda RX-7 para tratar de apagar las llamas con el extintor de su propio coche e instantes después un comisario extrae a Ota del interior del vehículo. Todo el mundo lo da por muerto.
Aunque resulte increíble, Tetsuya Ota pudo contarlo. Desafortunadamente, el hecho de estar en un infierno de más de 800 grados de temperatura durante unos eternos 50 segundos le dejó secuelas para siempre y lo retiró de la competición. Sufrió gravísimas quemaduras de tercer grado en la cara debido a la visera derretida de su casco (por las que perdió su nariz, ahora lleva una prótesis) y de menor gravedad en el resto del cuerpo. También sufre problemas de movilidad en el brazo derecho.
Dado que el fruto del accidente fue la negligencia del safety car, Ota emprendió acciones legales contra el circuito, la organización y patrocinadores de la carrera y la Federación Japonesa de Automovilismo (JAF). En 2003, un tribunal de Tokio dio la razón a Ota y consideró el suceso como una negligencia grave, siendo indemnizado con 90 millones de yenes (unos 650.000 euros al cambio de la época).
A continuación os dejamos el video sobre el espeluznante accidente y el posterior rescate del piloto, aunque ya advertimos que las imágenes son muy duras.
https://youtube.com/watch?v=G5RHRKfzXUI
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